Con el voto electrónico no alcanza
Por Josefina Mignone, coordinadora de Instituciones Políticas de CIPPEC
El Concejo Deliberante de la ciudad de Corrientes aprobó a fines del año pasado la implementación de un sistema de voto electrónico. La Municipalidad solicitó una medida cautelar al Superior Tribunal de Justicia y este autorizó a la Capital a utilizar el voto electrónico en las elecciones locales de 2017. Sólo hay una condición: que las elecciones del municipio no se realicen el mismo día que las provinciales y nacionales. Si la iniciativa prospera, este año los electores de la capital se encontrarán con un nuevo sistema de votación.
El voto electrónico tiene una importante ventaja: garantiza que todas las opciones electorales estén disponibles en todos los lugares de votación. Los partidos políticos ya no tienen la obligación de asegurar la presencia de las boletas el día de la elección y los electores cuentan con la seguridad de encontrar todas sus preferencias.
Sin embargo, la forma de votar es sólo un instrumento. Aun con sus ventajas, si las reglas que rigen la construcción de la oferta no son claras, este instrumento por sí solo difícilmente puede dar lugar a elecciones más íntegras, equitativas y transparentes.
Veamos cómo son estas reglas en la ciudad de Corrientes. En las elecciones locales pueden competir tanto partidos políticos municipales como provinciales. En el armado electoral, los distintos partidos que integran una alianza presentan una misma lista de candidatos pero en boletas separadas. Por ejemplo: en las elecciones a concejales de 2015 la lista de ECO apareció en siete boletas con siete partidos diferentes; la del Frente Cambio Auténtico Correntino lo hizo en cuatro boletas con cuatro partidos distintos; y el resto de las fuerzas políticas restantes en competencia presentó una lista y una boleta cada una.
¿Por qué los partidos de una alianza presentan la misma lista en diferentes boletas? El interés podría ser captar recursos públicos. Sin embargo, en Corrientes no existe un régimen de financiamiento de la política. También la intención podría ser medir el caudal de votos de cada miembro de la alianza electoral para negociar el lugar de los candidatos de cada partido en las listas. En este caso, se estaría trasladando la interna de la alianza al elector.
Esta práctica tiene consecuencias para los votantes, los partidos y los gobiernos. Para los votantes porque interfiere con la posibilidad de hacer un voto informado. Para los partidos porque se genera inequidad en la competencia (los oficialismos suelen reunir mayores apoyos con estas prácticas) y se intensifica la fragmentación del sistema de partidos y su debilitamiento. Para los gobiernos porque esta estrategia electoral no se traduce en coaliciones de gobierno estables.
El voto electrónico no es un remedio universal. Más allá de la necesidad de desarrollar capacidades técnicas, operativas y de control y de un plan de capacitaciones a autoridades de mesa y electores, uno de los grandes desafíos en la implementación del voto electrónico es organizar las opciones electorales de forma tal que se le presenten al elector alternativas más claras. Disponer que cada partido o alianza pueda presentar sólo una lista por categoría de cargo prohibiendo la coexistencia de listas (aun cuando sean iguales entre los partidos que integran una alianza) es una forma de hacerlo.