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14.05.2019

Marcelo Nazareno

Córdoba: triunfo histórico del peronismo con consecuencias provinciales y nacionales

Aunque esperado, el triunfo de Juan Schiaretti en las elecciones a gobernador de la provincia de Córdoba impacta por su magnitud. Con el 54 % de los votos, la victoria peronista queda apenas por debajo del récord en el porcentaje de votos obtenido por Angeloz en 1983. Más impactante aún (y quizá un tanto menos esperada) es la diferencia de 36 puntos porcentuales que obtuvo Schiaretti sobre el segundo candidato (el radical Mario Negri, apoyado fuertemente por el Gobierno nacional). Este es el margen de victoria más grande en toda la historia político-democrática de la provincia.

A esto se suma que el peronismo ganó también las elecciones a intendente de la ciudad de Córdoba, si bien con un porcentaje menor de votos y una menor diferencia respecto del segundo, Luis Juez, candidato del espacio que impulsaba la candidatura de Negri a la gobernación. De este modo, Martín Llaryora será el primer intendente peronista de la ciudad desde 1973, ya que en el único triunfo que el peronismo obtuvo desde la restauración democrática, en 1999, el candidato no era peronista sino ucedeísta: Germán Kammerath.

Como contrapartida, la debacle electoral de Cambiemos en la provincia fue total. Si bien, por la ruptura del espacio entre las vertientes comandadas por Mario Negri y Ramón Mestre, el sello partidario de Cambiemos no participó de la elección, Negri tuvo un apoyo explícito e intenso del Gobierno nacional, que envió a sus referentes más importantes (María Eugenia Vidal, Elisa Carrió y Horacio Rodríguez Larreta) a la provincia para acompañar públicamente al candidato radical durante la campaña. No obstante, Negri apenas alcanzó a rozar el 18% de los votos. Mestre, por su parte, abiertamente enfrentado con el gobierno nacional, se acercó al 11%. Sumados, los porcentajes de ambas candidaturas (28.27%) quedaron varios puntos por debajo del 33.7% de los votos obtenidos por el candidato a gobernador por el radicalismo, Oscar Aguad, en las elecciones de 2015, y a una enorme distancia de lo obtenido por Cambiemos en las elecciones a legisladores nacionales en 2017 (48.5%).

Estos resultados tendrán importantes consecuencias en el nivel provincial. La victoria dota a Schiaretti de una legitimidad tal que le da un margen de maniobra amplísimo para establecer las líneas estratégicas de su próximo gobierno y sentar las bases políticas de la continuidad del peronismo al frente del gobierno provincial. Esta legitimidad socio-política tendrá además un anclaje institucional muy concreto: la victoria en las elecciones a gobernador se reflejó en las elecciones de la Legislatura provincial, de tal modo que Hacemos por Córdoba, la alianza comandada por el peronismo provincial, contará con más de dos tercios del total de legisladores provinciales. Esto implica que el peronismo tendrá el control absoluto del proceso legislativo y podrá impulsar por sí mismo cambios institucionales de gran importancia, incluida la modificación de la Constitución de la provincia.

Para Cambiemos, el escenario provincial es desolador. La derrota aplastante se suma a una división muy traumática que dejará sus huellas por mucho tiempo. La impericia en el manejo de la coalición; la falta de compromisos serios en su sostenimiento; y la prioridad dada a los posicionamientos particulares antes que al beneficio del conjunto fueron las notas distintivas del espacio en los últimos meses. Sumadas, las dos candidaturas radicales a la intendencia de Córdoba obtuvieron un porcentaje muy similar al candidato peronista finalmente triunfante. La derrota de Cambiemos, en su volumen y extensión, no fue sólo obra de los aciertos del peronismo provincial.

Las consecuencias nacionales de estos resultados serán también importantes. En el caso de Cambiemos es muy probable que esta derrota tenga algún impacto sobre la Convención Radical, que a fines de mayo se reunirá para decidir si la UCR continúa su alianza con el PRO y, en caso de hacerlo, bajo cuáles condiciones. Este resultado fortalece la posición de quienes, cada vez en mayor número, plantean o bien la ruptura de la alianza, o bien un cambio drástico en su naturaleza, incluidas las decisiones sobre las candidaturas a la presidencia y/o la incorporación de nuevos aliados.

Mucho más nítidas son las consecuencias nacionales del triunfo de Schiaretti. Este quedó consolidado como el único referente en condiciones de ordenar el espacio de Alternativa Federal, ya sea a través de su propia candidatura presidencial (algo muy improbable) o usando su agigantado capital político para establecer reglas que permitan dirimir las diferencias profundas que existen sobre el modo de selección de la candidatura presidencial y en las estrategias políticas y de alianzas de cara a las elecciones de octubre.

*Por Marcelo Nazareno. Investigador del OEAR. UNC y UCC

La opinión del autor no refleja necesariamente la posición de todos los miembros de CIPPEC.

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