Las elecciones generales en La Rioja
¿Qué está en juego en la elección general de La Rioja?*
La Rioja se caracterizó tradicionalmente por ser una de las provincias menos pobladas del país, con mayor incidencia del empleo público y con un régimen político con fuertes desequilibrios. Pero estos rasgos cambiaron en diversos sentidos a lo largo de la última década: la provincia tuvo un alto crecimiento demográfico; la ya fuerte dependencia del Estado se profundizó mediante la multiplicación de subsidios, becas o la creación de Sociedades Anónimas con Participación Estatal Mayoritaria; y la reforma constitucional del año 2008 eliminó la reelección indefinida del gobernador, mejorando la proporcionalidad en la Legislatura, aunque se mantiene una fuerte sobrerrepresentación de los departamentos pequeños y de las primeras fuerzas.
Estos cambios influyen de manera contradictoria en el comportamiento del electorado riojano. Mientras la mayor preeminencia del Estado puede contribuir a acentuar el carácter fuertemente “oficialista” de los votantes, la reforma de las reglas electorales, alimentada a su vez por el proceso de urbanización, parece orientarse hacia una mayor competitividad política y a una creciente fluidez de la actividad ciudadana.
Una señal de este cambio ha sido el ciclo de protestas sociales registrado en 2012 y 2013. Famatina, la toma de la Universidad Nacional de La Rioja y las protestas policiales son reflejo de ello. Pero el suceso más novedoso se dio en las PASO nacionales de 2013, cuando por primera vez desde el retorno a la democracia el justicialismo fue derrotado. Aunque en la elección general el oficialismo triunfó por escasos votos, se trató de un proceso electoral sin precedentes en la provincia. Por lo tanto, la elección 2015 se encuentra marcada por una nueva dinámica entre oficialismo y oposición, con la preeminencia de dos fórmulas a gobernador:
Sergio Casas-Néstor Bosetti. La fórmula oficialista fue decidida mediante una elección interna abierta del Partido Justicialista con la participación de los candidatos cercanos al gobernador Luis Beder Herrera. Los dirigentes disidentes, como el intendente de la capital Ricardo Quintela, no participaron de la interna, y esperaban ser candidatos en las elecciones generales. Sin embargo, dado que el frente externo presentaba un desafío importante, todo el espectro peronista -incluyendo el sector menemista- acordó una única candidatura a la gobernación, manteniendo la fragmentación de listas en el resto de los estamentos.
Julio Martínez-Bordagaray. La fórmula reproduce las candidaturas presentadas en las elecciones de 2013, en las que el radical Julio Martínez (que ya había sido candidato a la gobernación en 2011) renovó su mandato como diputado nacional, acompañado por Ismael Bordagaray, intendente de Famatina proveniente del peronismo. La Alianza Fuerza Cívica Riojana, formada por la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica-ARI y el socialismo, se amplió para albergar al PRO y otros partidos que a nivel nacional son apoyados tanto por el Frente Renovador como por el Frente Cambiemos.
Las restantes 6 fórmulas a gobernador (Nueva Izquierda, Partido Comunista, Frente Riojano de Organización Popular Victoria Romero, Izquierda por una Opción Socialista, Frente Grande, República y Democracia y Es Posible) son fuertemente opositoras al oficialismo provincial y en su mayoría presentan fuerzas políticas y candidatos nuevos, con bajo nivel de conocimiento en la ciudadanía y escasa penetración territorial.
En 13 de los 18 departamentos se eligen diputados provinciales. Los 20 cargos en juego pertenecen al oficialismo provincial (la Legislatura se compone de 36 miembros de los cuales sólo 4 son opositores y renuevan sus bancas en 2017). Son de gran relevancia también las elecciones municipales que, de acuerdo con la Constitución Provincial, deben ser simultáneas con las elecciones provinciales. La gran fragmentación que se registra en las candidaturas, mediante el uso de listas colectoras, redundará en un cuarto oscuro plagado de boletas.
Dado este panorama, las elecciones del 5 de julio pueden se analizadas a partir de los cambios en dos dimensiones de la competencia:
Competencia interna-externa: si bien las elecciones son claramente provinciales, el proceso de decisión de candidaturas del oficialismo se asimila a lo que ocurre a nivel nacional: en un contexto inédito de competencia, la decisión de peronismo fue unificar las candidaturas provinciales para no correr el riesgo de perder la gobernación. Esto es algo absolutamente novedoso en la provincia, pues desde el retorno a la democracia los conflictos relevantes electoralmente se daban al interior de las facciones del oficialismo provincial, y ahora este oficialismo se ve obligado a unificarse frente a un competidor externo.
Clivaje Oficialismo-oposición: mientras las identidades políticas tradicionales siguen teniendo peso para la elección, hoy se ven soslayadas por la clave de diferenciación oficialismo-oposición, u operan como etiquetas que nombran a un conjunto heterogéneo de redes organizativas donde son los “dirigentes” los que movilizan al electorado. Las pertenencias políticas del pasado no designan hoy en día un ganador definido.
En La Rioja se instaló la incertidumbre democrática. Aún con un oficialismo triunfante, las elecciones de 2015 podrían confirmar que la provincia ha entrado en un nuevo ciclo político. Es que en donde nada parece cambiar, todo va cambiando.
*Por Julieta Lenarduzzi, UBA. Investigadora invitada de Cuadernos Electorales.