María Page
La fecha importa: los gobernadores y el uso estratégico del cronograma electoral
Las elecciones nacionales ocurren en fecha fija establecida por ley. No hay misterio ni especulaciones. Oficialistas y opositores saben por igual que las primarias son el segundo domingo de agosto, las generales el cuarto domingo de octubre y el balotaje dentro de los 30 días posteriores a la elección general.
Pero el año que viene también elegiremos 22 gobernadores, legisladores provinciales y autoridades municipales en todo el país. Ese calendario y sus combinaciones posibles con las elecciones nacionales es todavía tentativo porque en cada provincia el gobernador define la fecha de los comicios dentro de unos plazos más o menos holgados (entre 3 y 6 meses antes de la finalización de su mandato).
Este margen de maniobra hace que los gobernadores usen el calendario electoral estratégicamente. Así, optan por adelantar o posponer la fecha en función de los vaivenes de la economía. O eligen entre convocar las elecciones provinciales en la misma fecha que las nacionales o separarlas, según calculen que el arrastre de su candidato a presidente los beneficia o prefieran aislarse de una contienda nacional adversa. Las fuerzas de oposición, por su parte, no sólo no eligen, sino que deben lidiar con la incertidumbre respecto de los plazos y condiciones políticas en las que deberán construir su oferta electoral.
Además, la fecha de la elección tiene otros efectos prácticos no menores: por ejemplo, define si la elección será juzgada por la junta electoral del distrito (cuando es simultánea) o por la junta electoral provincial (si es en otra fecha). En las provincias que cambiaron su forma de votar, la fecha puede determinar si se utiliza el nuevo sistema de votación o el de boletas partidarias que rige en el nivel nacional.
Por eso cada año de elecciones vemos a los gobernadores debatirse entre la simultaneidad y el desdoblamiento desde muy temprano y hasta último momento. Sólo en 1983 y en 1987 hubo simultaneidad total. Luego el calendario se fue haciendo más disperso. En el 95 solamente 14 de las 23 provincias tuvieron sus elecciones en el mismo día que las nacionales. La mayor dispersión de fechas se dio en el 2003 cuando la elección presidencial fue en abril y sin candidatos fuertes. En 2015 fue mitad y mitad: 12 provincias en simultáneo y 12 con fechas desdobladas. 40 domingos de elecciones en total. Todo indica que en 2019 la mayoría de las provincias elegirán desdoblar.
Con la misma lógica de poder elegir, la Ciudad de Buenos Aires que por ley no podía elegir su Jefe de Gobierno en el mismo día que elegimos al presidente, acaba de sancionar un Código Electoral cuya vigencia se pospone hasta 2020 salvo por la nueva facultad del jefe de gobierno de convocar las elecciones para el mismo día que las nacionales o desdoblar. Por primera vez el distrito hará coincidir sus elecciones ejecutivas con las presidenciales. En Córdoba, se anunció que el gobernador enviará un proyecto de ley que suspende por única vez el artículo que fija 180 días de antelación para convocar la elección con la intención de celebrar los comicios el 12 de mayo. En la provincia de Buenos Aires, donde la ley electoral dice con claridad que las elecciones de todos los cargos del nivel provincial y municipal deben celebrarse el mismo día, una comisión especial de legisladores estaría encargada de evaluar la constitucionalidad de permitir que las elecciones municipales se desdoblen de las provinciales. Según reportan los medios, habría también una alternativa: que la provincia celebre sus comicios en fecha distinta que las nacionales. De darse cualquiera de los dos casos, sería la primera vez que la provincia se despega del cronograma nacional.
En esto de las fechas los argentinos somos, una vez más, singulares. Las demás federaciones del continente tienen fecha fija para sus elecciones estaduales ya sea porque así lo define la ley nacional (Brasil) o porque las fechas están fijadas por las Constituciones o leyes estaduales (Canadá, Estados Unidos, México). Un calendario de fecha fija le da previsibilidad al proceso electoral, equipara las condiciones de la competencia para oficialistas y opositores y facilita la coordinación de los armados nacionales. La nación puede proponer un mecanismo para facilitar la coordinación de las fechas. El desafío es que las provincias se autolimiten para tener procesos electorales más previsibles y equitativos.
Tabla 1: elecciones simultáneas para gobernador y presidente