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La ley de paridad: una reforma con la mirada puesta en la democracia paritaria

Por María Page y Mariana Caminotti, investigadora asociada de Instituciones Políticas de CIPPEC y profesora-investigadora UNSAM.

El Congreso nacional acaba de sancionar una Ley de paridad electoral que exige intercalar personas de ambos sexos en las listas de candidatos a cargos legislativos nacionalesy también partidariosCon este cambio, nuestro país incorpora estándares internacionales de avanzada y renueva su compromiso con el principio constitucional de la igualdad real.Pero al mismo tiempo, esta reforma viene a reconocer una deuda pendiente: después de 25 años de aplicación de la ley de cupo femenino, todavía hay barreras que frenan el pleno desarrollo del talento y el potencial político de las mujeres.

Existen techos de cristal. Desde la década de 1990 aumentó la presencia de las mujeres en el Congreso, pero el porcentaje de legisladoras nacionales permanece estancado desde principios de los años 2000, en torno a porcentajes cercanos a la cuota mínima del 30%.Argentina descendió posiciones en el ranking internacional de Mujeres en el Parlamento y, como lo destaca uninforme nacional del PNUD y otras agencias, dejó de estar a la vanguardia en la materia.Además, las legisladoras ven restringida su participación en las presidencias de bloques y de comisiones relevantes (como Presupuesto y Hacienda), posiciones que son cruciales para incidir en la agenda legislativa.

Más allá de las cámaras legislativas, estos problemas son mucho más pronunciados. Las mujeres todavía tienen un acceso sumamente limitado a cargos ejecutivos que implican poder de decisión y manejo de los recursos públicos y, en 2016, eran únicamente un 14% de los ministros y secretarios de Estado nacionales. En el nivel municipal, además del bajísimo porcentaje de mujeres al frente de gobiernos locales (10% en promedio), un estudio de CIPPECsobreProvincia de Buenos Aires muestra que ellas tienen más probabilidades de llegar a gobernar municipios con altos niveles de NBI y analfabetismo, y menos presupuesto per cápita.

Y paredes de cristal. Las mujeres están segregadas en la división del trabajo legislativo y político: ellas tienden a especializarse en las áreas sociales (por ejemplo, educación, protección social, salud, etc.) pero continúan subrepresentadas en los ámbitos donde se toman las decisiones de política económica y asignación de los recursos públicos.

Los partidos y la distribución de las oportunidades políticas. En Argentina los partidos tienen el monopolio de las candidaturas y, por lo tanto, un rol crucial en la promoción (u obturación) de las trayectorias políticas. Aunque las mujeres son la mitad del total de afiliados, tienen poca participación en los órganos directivos de las agrupaciones. Las mujeres también están subrepresentadas entre los apoderados de los partidos, que juegan un rol importante en la inscripción de las listas de candidatos y los litigios que éstas puedan generar. Además, al definir las candidaturas, lo partidos cumplen la cuota de forma “minimalista” y en general prefieren ubicar a los varones en las mejores posiciones de las listas. En 2017 un 28% de las listas de diputados nacionales fueron encabezadas por mujeres

La política cuesta dinero y las mujeres tienen menor acceso a recursos económicos y relacionales. Con menos presencia en las conducciones de los partidos, relegadas en las listas, y excluidas de las carteras que manejan presupuesto, para las mujeres el acceso a las fuentes de financiamiento público y privado es menor. De hecho, la presencia de las mujeres en posiciones de poder en el sector privado también es una limitante en la oferta de financiamiento para las mujeres que hacen política.

Y sobre todo, como ocurre en el mercado de trabajo, la pobreza de tiempo también condiciona las oportunidades de las mujeres en política. Un estudio de ELA muestra que, en el Congreso argentino, son muchas más las legisladoras solteras que los solteros, son más los legisladores que tienen hijos que las legisladoras que son madres, y entre quienes tienen hijos los hombres tienen más. La carga de las tareas familiares y la pobreza de tiempo son un obstáculo para las mujeres que trabajan en política y un desincentivo para perseguir una carrera política.

Con la ley de paridad electoral estamos diciendo que, como país, queremos la igualdad de los géneros en los espacios donde se toman las decisiones colectivas. Pero nuestra experiencia y la del resto de las democracias de la región nos muestra que, como en el mundo del trabajo, no habrá igualdad real en política mientras las responsabilidades familiares no sean compartidas equitativamente entre hombres y mujeres. Hasta entonces, las mujeres que logran hacer carreras políticas seguirán siendo excepcionales, por su talento, por su compromiso o por su sacrificio. A los hombres, en cambio, se les pide mucho menos: eso es desigualdad.

Si querés conocer más sobre la ley de paridad en la PBA, mirá nuestros documentos:

Mirá el mapa de los géneros con la evolución del porcentaje de mujeres en los concejos deliberantes de la PBA.

Leé más sobre paridad de género acá: