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06.11.2019

María Page y Pedro Antenucci

Otra mirada de la elección presidencial 2019

En este post, analizamos cómo cambiaron los votos a presidente entre la elección primaria y la general en cada provincia, para mirar más allá de la idea del voto “por miedo a” o “en contra de” y discutir la imagen del país dividido.

El resultado de las PASO presidenciales del 11 de agosto tomó a todos por sorpresa. Supuestamente no se elegía nada, pero se redefinió todo. La fórmula Fernández-Fernández obtuvo 49.50% de los votos, mientras que Macri y Pichetto obtuvieron el 32,9%. Entre ambas, sumaron el 80% de los votos y 1 de cada 2 votantes se concentraron detrás de la lista con mejores chances para reemplazar al gobierno, como explica Marcelo Leiras acá. En el nuevo escenario las estrategias de campaña cambiaron: la de Fernández buscó reducir riesgos como lo habría hecho un presidente en funciones, la de Macri salió a buscar la calle como lo haría un retador.

La elección general volvió a sorprender. Según los datos provisorios, la participación aumentó del 76,4% al 81%. El Frente de Todos (FDT) y Juntos por el Cambio (JXC) concentraron el 88% de los votos y la diferencia entre ambos se redujo a 8 puntos porcentuales. Esa reducción se explica casi totalmente por el desempeño de Juntos por el Cambio que aumentó su caudal en 2.2 millones de votos. El FDT, en cambio, sumó 270 mil votos. Todas las demás fuerzas perdieron caudal. En cuanto a la distribución territorial de los apoyos, Fernández fue el candidato más votado en las provincias del norte y del sur y en el Conurbano bonaerense, mientras que Macri ganó en CABA, el interior de la PBA, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza y San Luis.

La inercia interpretativa. La primera lectura fue lineal: con las marchas del “Sí se puede” Macri había logrado capturar todos los nuevos votantes y absorber el caudal de Consenso Federal y los terceros partidos de derecha. La principal motivación detrás de este alineamiento de los votantes, se dijo, habría sido el miedo al regreso del kirchnerismo. El país quedó dividido: las provincias pujantes del centro apoyaron a Macri, el Conurbano bonaerense, el norte y el sur prefirieron a Fernández. Todavía, la grieta.

Ernesto Calvo propuso una explicación alternativa: quienes se sintieron perdedores en las PASO votaron estratégicamente para impedir la victoria de Fernández o achicar su diferencia con Macri. Los que se sintieron ganadores, en cambio, hicieron un voto “sincero”. Usando datos agregados de las mesas de votación para estimar las conductas de los votantes individuales, Calvo muestra que en las elecciones generales JXC y FDT atrajeron los nuevos electores en proporciones relativamente similares (1. 1 millón en el primer caso y 900 mil en el segundo). Además, ambos lograron mantener todos sus apoyos de las primarias y absorbieron otros de terceras fuerzas. La diferencia estuvo en que Macri cosechó más: se llevó un tercio de los votantes de Consenso Federal, el 80% de los de Unite, la mitad de los del Frente de NOS, y parte de los de los partidos eliminados en las PASO. El Frente de Todos, en cambio, sólo sumó 10% de los votos del FIT y 40% de los del Frente Patriótico. Calvo también indica que muchos de esos votos que achicaron la diferencia provienen de Córdoba y Santa Fe.

En este post, usamos un modelo de inferencia ecológica para analizar, provincia por provincia, cómo cambiaron los votos entre la elección primaria y la general (*). Sobre la base de los resultados proponemos mirar más allá del voto por miedo (la idea de que no hay representación sino apenas un voto en contra de) y discutimos la imagen del país partido.

Más participación y menos dispersión. En todos los distritos la participación en las elecciones generales fue superior a la de las PASO. En mayor o menor medida, personas que no habían participado en las PASO decidieron ir a votar en la elección general. Además, en la general el voto se concentró más en FDT y JXC y las demás fuerzas perdieron caudal. En las PASO el FDT y JXC habían sumado el 80% de los votos válidos, en la general reunieron el 88%. Éste nivel de concentración de los votos no se había vuelto a dar después de 1983.

Tanto JXC como FDT lograron retener los votos obtenidos en las primarias y no hubo transferencia de votos entre ellos. Sin embargo, la retención fue más alta en JXC que, además, fue el principal receptor de votos de Consenso Federal (CF) y otras terceras fuerzas. En cambio, una pequeña porción de quienes votaron al FDT en las primarias luego apoyaron a terceras fuerzas, posiblemente buscaron balancear la relación de fuerzas sin votar a Macri. Estas pérdidas quedaron compensadas con votos que pasan a FDT desde terceras fuerzas. Sólo en Catamarca hubo transferencia de votos entre FDT y JXC.

Los nuevos votantes se comportaron de manera diferente dependiendo del distrito. En CABA y la provincia de Buenos Aires se distribuyen entre JXC y FDT en forma proporcional al apoyo que cada uno de estos frentes había obtenido en las PASO. En Misiones, Neuquén y Santa Cruz se inclinan por el FDT en mayor proporción. En el resto de los distritos los nuevos votantes beneficiaron en mayor medida a JXC.

Cambiemos perdió la elección presidencial, aunque creció respecto de las PASO en todos los distritos. En Entre Ríos, Mendoza, San Luis y Santa Fe logró revertir el resultado adverso de las PASO y pasar a ser la fuerza con más votos para la categoría presidente. Estas reversiones se produjeron por una combinación de factores: los nuevos votantes se inclinaron en mayor proporción por JXC, el FDT perdió algunos votos a manos de terceras fuerzas y JXC logró atraer más votos de los partidos minoritarios. Por otro lado, donde Macri fue el candidato más votado en las PASO (CABA y Córdoba) amplió su diferencia sobre el FDT. En el resto de los distritos, redujo el margen que lo separaba del FDT, la fuerza más votada.

En la provincia de Buenos Aires el FDT obtuvo una amplia diferencia. Fue la fuerza más votada en las PASO con el 53% de los votos, 22 puntos porcentuales más que JXC, que obtuvo 31%. En la elección general la participación creció un 4% y los nuevos votantes se repartieron proporcionalmente entre el FDT y JXC. El FDT retuvo los votos de las PASO y sumó algo más de las agrupaciones que no habían llegado a la general. Los votos de MAS y de FIT no fueron al FDT sino a CF. JXC, por su parte, concentró la fuga desde CF, Unite y terceras fuerzas. Así logró achicar el margen de victoria de 22 a 16 puntos porcentuales.

Los comportamientos fueron diferentes en el Conurbano y en el interior. El FDT logró mantener el porcentaje de votos que lo había puesto a la cabeza en las PASO en todas las secciones (excepto en la Sexta donde Macri había sido el candidato más votado). En el Conurbano, el FDT había obtenido 52% de los votos en la Primera sección y 60% en el Tercera. En las generales, el apoyo que los nuevos votantes le dieron a Fernández en esos territorios fue todavía mayor. Ese plus se compensó con algunos puntos fugados hacia voto en blanco y CF. JXC, en cambio, mantuvo sus votos de las PASO y se benefició de la pérdida de Unite, CF y terceras fuerzas. Así logró reducir un poco el margen de victoria del FDT. En la segunda sección la tendencia fue similar, pero FDT tuvo un poco más de pérdida y JXC sumó desde terceras fuerzas hasta quedar cerca de empatar la elección. En el resto de las secciones, donde la ventaja del FDT en las PASO no había sido tan amplia, JXC logró sumar en mayor medida el apoyo de los nuevos votantes y revertir el resultado haciendo de Macri el candidato más votado. En estas secciones, además, el FDT tuvo una pérdida de votos hacia VB y CF.

Catamarca y la Rioja celebraron su elección de gobernador el mismo día de la elección nacional. En ambos casos, entre la PASO y la general el 10% del caudal de la boleta presidencial del FDT se fugó hacia el voto en blanco. En el caso de La Rioja puede explicarse porque el ex gobernador Beder Herrera fue candidato a gobernador con boleta corta. El candidato en la boleta del FDT fue Quintella, el vencedor. Los votantes de Beder Herrera, también peronista, pueden haber tomado sólo su boleta y omitido agregar los tramos nacionales. En Catamarca, además, 9% de los votos de JXC para presidente se fueron hacia FDT en la elección general. Una explicación posible sería que Jalil haya atraído algunos votos de su contrincante en la general y que algunos de sus votantes hayan elegido sólo los cargos provinciales y municipales.

La remontada de JXC se explica en buena medida por el voto estratégico pero también hay un componente de representación. Macri atrajo un millón y medio de votos de terceras fuerzas. JxC no había sido la primera opción de esos votantes, pero probablemente consideraron que era la fuerza con posibilidades de poner coto al caudal de Fernández. Sin embargo, esto no puede hacernos perder de vista que la fuerte retención de votos en JXC y FDT indica que hay una alta proporción de “voto sincero”: de votantes identificados de manera consistente con estas dos opciones. Además, no se puede asumir que todos los votantes que se sumaron en la elección general lo hicieron para que el FDT no se haga con la presidencia. De hecho, esos nuevos votantes se inclinaron por una y otra opción. Sí sabemos que son distintos: no les pareció necesario o interesante votar en las PASO, o quizás no estén de acuerdo con ese mecanismo. En ese caso, su opción en la general pudo ser un “voto sincero”. Incluso, el voto estratégico no tiene por qué ser en contra de, parte de los votos que se sumaron o cambiaron entre las PASO y la general pueden haber estado buscando una distribución más balanceada del poder institucional o haberse reorientado hacia la alternativa competitiva más cercana al posicionamiento de su fuerza preferida. El énfasis en la idea del voto por miedo a o en contra de invisibiliza al votante moderado, al que antes que preferir a un candidato prefiere el balance de poder y diluye a los votantes sinceros, que realmente se sienten representados por alguna alternativa del sistema político.

La imagen del “país partido” no describe los resultados de esta elección ni territorial, ni política, ni institucionalmente. Territorialmente, porque por primera vez en mucho tiempo se disputaron una elección nacional dos fuerzas políticas con sello, candidatos y presencia territorial en todos los distritos del país. Políticamente, porque aún en los distritos históricamente menos competitivos los votos se repartieron entre estos dos espacios. Institucionalmente, porque esa distribución del poder se refleja en la nueva composición del Congreso, donde se anticipa la formación de dos grandes bloques y donde el próximo gobierno no va a tener mayoría propia en la cámara baja.

(*) Las transferencias de votos se obtuvieron usando un modelo de inferencia ecológica para estimar, mesa por mesa, a dónde fueron los votos de las PASO (origen) en las elecciones generales (destino). Es decir, determinar si hubo variaciones en el comportamiento de los votantes y cuáles. El análisis se realizó con microdatos de la elección (los resultados de 92.196 mil de las 100.155 mesas habilitadas en las elecciones nacionales de 2019).

El código utilizado fue desarrollado por Ernesto Calvo. Las estimaciones fueron calculadas por Pedro Antenucci. Los gráficos los elaboró Iván Seira.

Sobre las transferencias de votos en las elecciones de 2015 te recomendamos leer “Fisiología de una elección polarizada“, “Doña Flor y sus dos gobiernos“, y “¿Adónde fueron los votos entre la primera y la segunda vuelta electoral presidencial?“