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26.07.2019

Carolina Tchintian

Una imagen vale muchos votos

Las boletas para las próximas elecciones primarias del 11 de agosto ya están oficializadas. Hace apenas algunas semanas, cada agrupación definió los colores con los que serían identificados en la contienda electoral. Durante aquella audiencia ante la Justicia Electoral hubo algunos desacuerdos entre apoderados. Es que el color, además del nombre de la agrupación y el de los candidatos, se dice, puede funcionar como una pista informativa para guiar al votante en su decisión. Asignados los colores, y una vez definidas las listas y fórmulas que competirán en las próximas PASO, tocaba el turno al diseño de las boletas. Y con la oficialización de las papeletas, comenzaron a aparecer las apreciaciones sobre las imágenes de los candidatos plasmadas en ellas: si incluyen la imagen del candidato a vicepresidente o no, si el candidato lleva corbata, o si las mujeres están ubicadas adelante o atrás de los hombres.

Numerosos estudios señalan que diferentes elementos de la boleta o el instrumento de votación influyen en la decisión de los votantes, sobre todo entre los menos informados. La foto de los candidatos en la boleta, cuyo uso en la Argentina es cada vez más frecuente, ofrece atajos informativos sobre los cuales los votantes suelen apoyarse a la hora de emitir su voto. La pregunta que cabe en este contexto es: ¿cuánto influye esta herramienta informativa en el comportamiento de los electores?

La boleta afecta el comportamiento electoral

El modo en el que la oferta electoral se presenta al votante afecta el resultado electoral. Una extensa bibliografía subraya la importancia del diseño del instrumento y los procedimientos de votación para comprender el comportamiento del votante y las estrategias de las elites políticas.

Estos estudios señalan, entre otras cosas, que el modo en el que se presenta la oferta electoral el día de la elección puede influir sobre el corte de boleta (Darcy y Schneider 1989, Walker 1966, Campbell et al. 1960, Calvo et al. 2009, Barnes et al. 2017), los votos en blanco (Ansolabehere y Stewart III, 2003), los errores a la hora de emitir el voto (Herrnson et al. 2012, Kimball y Kropf 2005, Agresti y Presnell 2002), la cantidad de votos que obtienen algunos partidos en detrimento de otros (Katz et al. 2011, Herron y Sekhon 2003) y hasta la conexión electoral y la capacidad de respuesta legislativa (Katz y Sala 1996, Wittrock et al. 2008, Roberts 2009).

De todos los elementos que definen el diseño de la boleta (tamaño, orden de los partidos, uso de imágenes y fotos, instrucciones, etc.), la foto de los candidatos ocupa un lugar preferencial. Esto es porque la imagen del candidato se ha convertido en un determinante importante de las decisiones de voto en las elecciones modernas, desempeñando un rol clave durante la campaña y el día de las elecciones.

La foto del candidato como fuente de información

Más allá de la duración, penetración y efectividad de las campañas electorales, la boleta o instrumento de votación es una fuente de información disponible al votante al momento exacto de emitir el voto. Así, cuanto menor es la información sobre la elección, ya sea para los votantes en general o para un grupo demográfico particular, mayor es la relevancia de la boleta y la manera en que presenta la oferta electoral.

En general, la información sobre las elecciones disminuye cuanto más nos alejamos de las contiendas que concentran la atención de los medios y los propios partidos (presidentes y gobernadores, por ejemplo). En los sistemas presidenciales, como el argentino, los cargos ejecutivos dominan el escenario electoral. Los partidos se centran principalmente en capturar el Ejecutivo y estructuran sus estrategias en torno a los candidatos presidenciales, esperando que el “efecto arrastre” haga lo suyo para conquistar votos en cargos legislativos y otros ejecutivos a nivel local o provincial. Esto puede llevar al votante a concentrar esfuerzos en informarse en una sola competencia, aun cuando son muchos más los cargos en juego.

Sin embargo, las reglas electorales y la estructura del sistema partidario también pueden contribuir a generar mayor presión sobre el votante para informarse sobre más de una carrera, o principales candidatos, a la hora de votar. Este es el caso de sistemas que permiten a los votantes elegir por encima de las estructuras partidarias y seleccionar entre candidatos de una o diferentes listas. En estos contextos, y en sistemas donde la identificación partidaria no es el principal criterio para la decisión del voto porque la volatilidad electoral es alta, la competencia no se limita a los partidos. Conocer la posición política o ideológica del partido no es suficiente para definir el voto. Cuando esto sucede, las características de la boleta juegan un rol crucial, ya que la información que contiene puede servir al votante como un atajo informativo o heurística. La imagen del candidato en la boleta constituye un instrumento de toma de decisiones de bajo costo para definir el voto.

La imagen de los candidatos en las boletas electorales –entre otros elementos que forman parte de la manera de emitir el voto- se incluye inicialmente en algunos países como un recurso para mejorar las condiciones de usabilidad de los instrumentos de votación. Así, en países como África, Brasil o Irlanda, la decisión de incluir la foto de los candidatos en el instrumento de votación respondió a la necesidad de aumentar los niveles de participación de aquellos votantes con problemas de alfabetización y equiparar sus oportunidades con aquellos votantes con más y mejores recursos (Fujiwara 2015, Buckley et al. 2007).

La imagen de los candidatos es un recurso cada vez más frecuente en los instrumentos de votación. En estados Unidos, se la incluye cada vez más en las elecciones locales, y en América Latina su uso también se ha incrementado en los últimos años. En la Argentina, un decreto nacional del año 2011 establece que las boletas pueden llevar las fotos de los candidatos, aunque algunas provincias ya habían comenzado a utilizar este recurso para algunas elecciones locales previas.

Si bien la foto es un elemento que puede mejorar la usabilidad de los instrumentos de votación, estudios más recientes señalan que los votantes utilizan los atributos físicos de los candidatos derivados de la fotografía como su atractivo, género y etnia como atajos informativos para inferir otras cualidades relevantes para cargos electivos (Tchintian 2017). Por tanto, la foto se vuelve relevante no solo para identificar a quién se está votando, sino también para inferir a qué tipo de candidato se está votando.

La foto como heurística para definir el voto

En los años recientes, múltiples estudios han mostrado la relevancia de las características físicas de los candidatos como fuente de información para el votante. Estos estudios complementan, y en parte contradicen, la versión tradicional sobre el comportamiento del votante, la que sostiene que el voto es el resultado de la identificación ideológica, la posición de candidato sobre temas de interés público (Carmines y Stimson 1980), la identificación del partido (Campbell et al. 1960) o los incentivos proporcionados por las reglas electorales (Cox 1997).

Los estudios más recientes muestran que los atributos físicos de los candidatos ofrecen información que los votantes pueden usar para definir el voto, especialmente cuando la información sobre posición ideológica y de política pública de los candidatos y/o partidos no es suficiente (Matson y Fine 2006, McDermott 2005, Banducci et al., 2008, Rule et al. 2010, Lawson et al. 2010). Así, votantes con menor información utilizan estereotipos basados en características físicas de los candidatos (por ejemplo, género, etnia, edad, atractivo) como medios para construir su percepción sobre la ideología y los rasgos de personalidad relevantes de un candidato.

Por ejemplo, en Estados Unidos, las mujeres son consideradas más liberales que los hombres (McDermott 1998), a la vez que en otros contextos candidatos maduros son percibidos como más competentes que aquellos más jóvenes (Poutvaara et al. 2009, Banducci et al. 2008). Según este argumento, los rasgos considerados positivos, como el atractivo físico, aumentan la probabilidad de los candidatos de recibir un voto, mientras que los estereotipos negativos la disminuyen (Todorov et al., 2005, Wills y Todorov 2006).

La idea de que los candidatos con ciertos rasgos físicos y de personalidad son más exitosos en las elecciones se basa en estudios de psicología según los cuales las personas suelen juzgar a individuos desconocidos por su apariencia (Hart et al. 2011, Olivola y Todorov 2010), y de ahí que, cuanto menos información tiene el votante, más relevante se vuelve la foto del candidato en la boleta. Además, la psicología social muestra que cuando un individuo posee rasgos de personalidad deseables, se asume que posee otros atributos positivos. En el ámbito electoral, los candidatos físicamente atractivos están asociados con rasgos de personalidad tales como competencia o confiabilidad (Lawson et al. 2010).

Stockemer y Praino (2015) demuestran que los votantes menos informados usan el atractivo físico como un dispositivo heurístico para determinar su comportamiento electoral (Hart et al. 2011). Los atributos físicos de los candidatos, como el atractivo, el género y la etnia, son atajos heurísticos de baja información. Los candidatos con atributos positivos derivados de su imagen obtendrán un mayor porcentaje de votos, todo lo demás constante – incluyendo los recursos de la campaña y el gasto electoral (Benjamin y Shapiro 2009), la fortaleza del partido (King y Leigh 2009, Lawson et al., 2010), el nivel de competitividad de la carrera (Atkinson et al. 2009), popularidad de los candidatos o candidatos que se reeligen (Rosar et al. 2008).

El impacto de las fotos de candidatos

La evidencia de los estudios muestra que los rasgos positivos de un candidato, inferidos a través de las fotos, se correlacionan de manera positiva con el voto: los candidatos físicamente atractivos logran un plus en la cantidad de votos (Rosar et al. 2008), así como otros rasgos físicos como la percepción de madurez por parte del votante tienden a ser asociados a características de personalidad que pueden conducir incrementar las posibilidades de los candidatos de ganar una elección (Potuaara et al. 2009).

Estos estudios no son aislados o específicos para un cierto sistema político. El rol de las fotos de candidatos en contextos electorales se ha estudiado tanto con datos experimentales como de encuestas que son luego correlacionados con los votos recibidos por cada candidato. Se han realizado estudios de este tipo para diferentes países, incluyendo los Estados Unidos (Oliviola y Todorov 2010, Mattes et al. 2009, Lenz y Lawson 2011), Alemania, Finlandia (Poutvaara et al. 2009), Brasil, México (Lawson et al. 2010), Japón (Rule et al. 2010), Francia, Irlanda, Suiza, Reino Unido (Banducci et al. 2008), Australia (King y Leigh 2009) y Canadá (Little et al. 2007), Ecuador y El Salvador (Tchintian 2017).

Estos estudios se han realizado a su vez para diferentes niveles de gobierno y cargos, incluyendo elecciones nacionales (Mattes et al 2009), estatales y locales (Rosar et al 2012), así como para una variedad de sistemas electorales que van desde sistemas uninominales, como los casos de los Estados Unidos, hasta sistemas proporcionales de lista abierta, como el caso de Finlandia.

Para demostrar que los rasgos físicos positivos están relacionados con el éxito electoral se ha utilizado en su mayoría un método – conocido como método de juicio naïve– según el que cual una serie de codificadores imparciales evalúa fotos de candidatos en una serie de atributos tanto físicos (por ejemplo atractivo, madurez) como de personalidad valiosos para los políticos (por ejemplo, integridad, confiabilidad) inferida de la imagen transmitida desde la fotografía (Lawson et al. 2010, Rule et al. 2010, Lenz y Lawson 2011, Stockemer y Priano 2015). De este ejercicio se logra un puntaje para cada candidato (método de la verdad por consenso) que luego se utiliza para correlacionar con datos observacionales (porcentajes de votos recibidos por el candidato) o datos experimentales (elecciones simuladas) para determinar la ventaja comparativa que algunos rasgos físicos y percepciones de personalidad tienen sobre la suerte electoral del candidato.

Este método lleva a poder predecir correctamente resultados electorales, y permite medir, por ejemplo, si algunos rasgos positivos favorecen más a cierto tipo de candidatos (i.e. mujeres versus hombres). Todorov y coautores (2005) son capaces de predecir correctamente los ganadores de diferentes elecciones en Estados Unidos el 70% de las veces basándose solo en la percepción que los votantes tienen sobre cuán competentes son los candidatos. Otros estudios muestran que los votantes juzgan por su belleza a las candidatas mujeres más que a los hombres. Un aumento de un desvío estándar en la percepción del atractivo físico de un candidato hombre se asocia con un aumento en los votos de 0.7 puntos porcentuales en Australia (King y Leigh 2009), entre 1.5 y 2.1 puntos porcentuales en Finlandia (Berggren et al. 2006) y 0.6 puntos porcentuales en Alemania (Rosar et al. 2008), mientras que para las mujeres la belleza incrementa sus votos en 1.8, 2.5, y 1.5 puntos porcentuales respectivamente para cada país. Finalmente, atributos físicos y de personalidad positivos se correlacionan con mejores resultados electorales, solo para los candidatos que se ubican en peores posiciones en boletas de listas abiertas como en El Salvador y Ecuador, o cuando el tamaño de la boleta permite una mejor apreciación de la imagen de los candidatos (Tchintian 2017).

Implicancias

La imagen en la boleta electoral importa. La combinación de la imagen de los candidatos, el color y el diseño, tienen un efecto en el votante. El impacto que tendrá la imagen de la ex presidenta Cristina Fernández acompañando a Alberto Fernandez o la imagen de Miguel Ángel Pichetto sin corbata acompañando a Mauricio Macri es todo un interrogante. Lo que no caben dudas es que esas imágenes serán un poderoso atractivo para algunos votantes y un elemento desmotivador y disuasor para otros y que la evidencia muestra que la inclusión de imágenes en las boletas no es inocua para definir la preferencia electoral.

Referencias

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