Elecciones en la Ciudad de Buenos Aires: el balotaje
Ayer se realizó el cuarto balotaje de la historia de la Ciudad de Buenos Aires que dejó como Jefe de Gobierno electo a Horacio Rodríguez Larreta del PRO con el 51,6% de los votos contra el 48,3% de Martín Lousteau de ECO, es decir con una diferencia de 3,3 puntos, la más estrecha en la historia del balotaje porteño.
La Capital Federal es la única jurisdicción del país que además de adoptar las PASO para definir sus candidaturas requiere de la mayoría absoluta de los votos emitidos para evitar una segunda vuelta. Por ello, a pesar de haber obtenido más del 45% de los votos y una diferencia de más de 20 puntos en la elección general, Rodríguez Larreta debió sellar su triunfo en el balotaje que terminó con una diferencia menor a la que vaticinaban las encuestas (La Borra).
Una segunda sorpresa quedó manifiesta en los votos en blanco, los votos nulos y la tasa de participación. Si bien la antesala de la contienda tuvo como protagonista a las discusiones respecto del tamaño que debía ocupar la opción de voto en blanco en la pantalla, los resultados agregados del voto en blanco y los votos nulos no varían sustantivamente de los registrados en los balotajes anteriores. Del mismo modo, si bien se sugería que la superposición de la elección con el inicio de las vacaciones de invierno podía disminuir la afluencia de los electores a las urnas, la abstención también se mantuvo dentro de los márgenes históricos. Tampoco se registró una merma focalizada en los distritos con mayor nivel socio económico que serían más afines al PRO, ya que la tendencia es similar a la observada en 2011.
La interpretación de los resultados se presenta en dos niveles. Por un lado, en el plano local el PRO logró trascender el liderazgo de Mauricio Macri en la Ciudad y procesar una interna en la que el ingeniero apostó fuerte para definir a su sucesor, manteniendo su base de apoyo. No obstante, a diferencia de los candidatos del FPV contra quienes el PRO había disputado la segunda vuelta en 2007 y 2011, en esta elección la irrupción en la escena de Lousteau, que se presentaba como un rival con un techo incierto y que lograba capturar apoyos de distintos sectores, empañó la victoria del PRO derrotándolo en 9 de las 15 comunas. De esta manera, ECO logró poner en jaque la contundencia y homogeneidad territorial que el PRO había demostrado en elecciones anteriores.
La victoria del PRO se sustentó sobre el margen obtenido en las comunas 1, 2, 12, 13, y 14 (también ganó en la comuna 4 pero por una diferencia menor), es decir el norte y el este de la Ciudad contrarrestando la derrota sufrida en las comunas del centro y el oeste (llegó a perder por más de ocho puntos en las comunas 5 y 15). Tanto en las elecciones generales como en la segunda vuelta, el PRO obtuvo menos votos que en las PASO, con mermas concentradas en las comunas 3, 5, 7, 8, 9, 10 y 11.
Este proceso electoral dejó planteado un complejo equilibrio de fuerzas en la Legislatura porteña. El PRO no contará con quórum propio y, dentro de su mismo bloque, tendrá facciones internas que, sin la figura conciliadora de Macri, se presentarán ante Rodríguez Larreta como un horizonte desafiante. Por su parte, Lousteau tendrá un doble desafío: conservar unido el bloque de ECO en la Legislatura y mantenerse como referente del espacio sin ocupar cargos en la Ciudad.
Por otro lado, la interpretación en clave nacional del resultado está determinada por la diferencia entre el PRO y ECO. El “pago chico” de Mauricio Macri debía ser su triunfo más resonante y el corolario de una serie de festejos (Santa Fe, Mendoza y Córdoba) que potenciarían su candidatura nacional. Sin embargo, el estrecho margen de victoria en la única de las elecciones de este ciclo electoral que el PRO gana con fuerza propia (en Mendoza era socio minoritario de la UCR), enciende alguna luz de alarma en el PRO y puede llevarlo a revisar su estrategia de cara a las elecciones del 9 de agosto.
Este largo preludio a las elecciones presidenciales ha dejado en evidencia que los oficialismos siguen siendo difíciles de derrotar y que Macri deberá trascender las fronteras de su partido (al igual que hizo Lousteau de cara al balotaje sumando apoyos de UNA y del FPV) e integrar a todos los miembros del frente Cambiemos para poder consolidarse como una alternativa con aspiraciones reales. Si esto es así, el éxito de Cambiemos no estará atado a que Macri pueda kirchnerizarse, sino más bien a que el frente logre conformar una identidad propia.
Por Pedro Antenucci Benesch, Universidad de San Andrés. Investigador invitado de Cuadernos Electorales.